Alguna vez me pregunté … ¿Qué parte de mí hablaba cuando decía que estaba bien? Era la que realmente estaba sanando, avanzando, sintiendo con madurez o sólo la que había aprendido a protegerse mejor, a blindarse con palabras bonitas o con silencios cómodos.
Porque a veces no estamos bien, pero lo disimulamos tan bien que hasta el traje nos entalla perfecto.De esa pregunta, nace ésta otra:
¿Qué traje nos ponemos para protegernos cuando la vida duele?
Todos tenemos uno. Un blindaje emocional, un mecanismo de defensa, una forma más o menos consciente de no quebrarnos frente al mundo. A veces se nos nota. A veces no. Pero siempre está.
Y aunque en estos tiempos se hable mucho de “sanar”, también aprendimos, consciente o inconscientemente a protegernos. A veces lo llamamos madurez, otras espiritualidad, y muchas veces simplemente sobrevivir.
Porque cuando todo se desmorona en la mente y en el cuerpo, no siempre tenemos espacio para sostener con conciencia.
Mientras escribo éstas líneas, intento no ponerme demasiado seria, y me río sola al recordar una frase que leí por ahí y que resume perfectamente el espíritu de lo que viene:
Har Rai Kaur: “La espiritualidad sin humor me parece tan vacía como la espiritualidad sin amor”.
Así … que sí…
Cuando todo se derrumba por dentro, no intentes controlarlo. No luches contra eso. Ríndete y fluye…
Aprendes a usar la risa, el arte, el cuerpo, la emoción o simplemente, aprendes a elegir el traje adecuado y bailar. Porque, en el fondo, la espiritualidad no es una ceremonia rígida y lineal, sino una danza ligera.
“Aprender a reírte de ti misma, de tus apegos, de tus expectativas y ver el juego detrás de la tragedia o el drama…Te libera, te fortalece”.
Y si crees en Dios…Quizás también se está riendo contigo, no de ti.
VESTIR EL ALMA HERIDA. . .
Entonces, elegimos un traje:
¿Uno que nos cubra?
¿Uno que nos permita seguir?
¿Uno que no nos obligue a rompernos otra vez?
Así como elegimos estilos para vestir el cuerpo, también elegimos cómo vestir nuestras heridas. Y lo hacemos según nuestro presupuesto emocional, ese catálogo interno de estrategias de supervivencia que vamos armando sin un manual.
Sí, leíste bien: Presupuesto emocional.
Porque, como todo mercado interno, nuestras decisiones vienen marcadas por lo que podemos sostener. Con ese presupuesto se crea un catálogo de ARMADURAS EMOCIONALES. Algunas heredadas, otras de segunda mano…
Hay quienes incluso se mandan a hacer una a medida, con refuerzos en zonas específicas como el orgullo, el miedo, el abandono, la pena o la vergüenza.
Y aunque no lo creas, también hay temporadas: Hay quién usa el traje del ego en invierno emocional y el traje de cristal en primavera existencial.
Todo depende del clima interno… y de cuánto estés dispuesta a pagar, con vínculo, con piel o con paz.
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Pero… ¿Qué es una armadura emocional?
Es una forma de seguir adelante sin mostrar la herida. Una estrategia de protección cuando aún no estamos listas para hacernos cargo del “bulto”.
¿Te suenan familiares estas frases?
• “Primero yo, los demás no me importan.”
• “No tengo por qué darte explicaciones.”
• “Si me crees, bien. Si no, también.”
• “Estoy en mi proceso, cerrando ciclos.”
Todas esconden lo mismo. . . MIEDO
A sentir.
A que duela.
A no ser suficiente.
A mostrarnos y ser rechazadas.
A ser heridas otra vez.
Y aunque las digamos desde el autocuidado o los límites, muchas veces, son solo eso. . . ARMADURAS
UNA PAUSA NECESARIA . . .
Cuando empecé a escribir esto, no planeaba que se convirtiera en dos partes.
Pero así pasa cuando una escribe desde el cuerpo, desde la emoción, desde la piel, desde la herida, el dolor… Las ideas se multiplican, no paras, y terminas abriendo una puerta más grande.
Así que ésta es la primera entrega de dos partes. Una especie de mapa interno que me nació compartir… No para que elijas un traje, sino para que, tal vez, reconozcas el tuyo:
• ¿Qué armadura llevas puesta?
• ¿Cuál estás por elegir?
• ¿Cuál cargas hace demasiado tiempo y no sueltas?
• ¿Cuál lleva alguien que amas y no logras entender?
• ¿O quizás, como yo, estás aprendiendo a usar el traje a tu medida, según cada ocasión?
Y desde esa experiencia, te invito a reflexionar . . .
¿Estamos realmente sanando?
¿O solo usamos el traje que más nos conviene como armadura para evitar mirar lo que hay debajo?
🧊 LA ARMADURA DE CRISTAL : Fragilidad
No es débil, se construye para proteger la emocionalidad sin perder autenticidad. Es valiente. Está dispuesta a sentir, incluso sabiendo que dolerá.
Pero cuando no está bien sostenida, se convierte en una trampa de exposición: Todo entra, todo duele, todo impacta.
• Origen: La sensibilidad, la vulnerabilidad consciente, la memoria emocional.
• Lo que busca: Ser real, ser sensible, sin desconectarse de sí misma ni de los demás.
• Lo que necesita: Contención, confianza, espacios seguros para ser.
• Riesgo: Exponerse tanto que todo impacte. Cuando todo afecta, todo duele. Cuando todo duele, todo agota.
“Muéstrame tal como soy… pero que no duela tanto.”
🔥 LA ARMADURA DE EGO : Fuego
Habita en personas que aprendieron a protegerse anulando sus emociones. Es rígida, teme ser herida, nos aísla, impide el vinculo real. Muchas veces se confunde con “crecimiento personal”.
Pero en realidad, es un disfraz de fortaleza, autosuficiencia y evolución, que evita sentir. Se salta la sanación —porque incomoda— y se viste de independencia, huyendo con frases como: “Ya no vibro ahí.” “Estoy en otra etapa.” Cuando en verdad… solo está huyendo.
• Origen: El miedo al rechazo, la vergüenza, el orgullo herido, la autoimagen construida.
• Lo que busca: No ser vulnerada, no volver a ser herida.
• Lo que necesita: Honestidad, humildad, un espejo sin juicio.
• Riesgo: Confundir protección con poder, usar discursos espirituales para maquillar heridas no atendidas.
“Estoy en otra etapa de mi vida.” (Pero aún no sentiste la anterior…)
HERMANAS, NO ENEMIGAS . . .
Ambas armaduras nacen del mismo lugar. Un miedo profundo a no ser amadas tal como somos y aunque parecen contrarias, no lo son. Ambas se transforman cuando aparece la conciencia amorosa y ninguna quiere ser destruida, solo comprendida:
• La del ego se endurece para que no entre nada.
• La de cristal se expone tanto… que todo la traspasa.
Ambas intentan lo mismo:
• Que no duela tanto.
• Que no vuelva a pasar.
• Que nadie vea lo frágil que es seguir de pie.
LO QUE QUIERO DECIR CON TODO ESTO ES . . .
No tienes que elegir una armadura. No tienes que destruir tus armaduras, solo comprenderlas. No tienes que luchar con ellas, no es un duelo, es empezar a escucharlas.
Yo también me protegí, también me escondí, también me expuse hasta romperme. Sentí la fragilidad de mostrarme completamente, de parecer sincera.
Me hizo sentir, sí… y mucho. Pero también me alejaba de mí misma. (Armadura de cristal)
Me aislé tras una coraza. Sobreviví. Parecí fuerte. Pero también me alejaba de los demás. (Armadura de ego)
Ambas me alejaron:
Una, de los demás. La otra, de mí misma.
Y entre ambas, entendí que ninguna me daba libertad.
Cuando dejamos de pelearnos con ellas y empezamos a escucharlas:
• La armadura del ego ya no grita. No es villana. Es la parte de ti que aprendió a sobrevivir desde la fuerza.
• La armadura de cristal ya no se quiebra. No es débil. Es la parte que aún está dispuesta a sentir, incluso si duele.
Entonces, lo que parecía armadura se vuelve piel y lo que era defensa, se convierte en sabiduría: La de saber cuándo abrirte sin traicionarte.
Ya no una barrera, sino un equilibrio.
Una claridad nacida de la conciencia, no del miedo.
“Entre la fragilidad del cristal y la coraza del ego, habita nuestra fuerza, la prueba de si realmente estamos sanando, la verdad de quiénes somos, y si somos capaces de enfrentar al mundo, sin herir desde nuestras heridas, ni ser heridos desde nuestros miedos.”
TAL VEZ . . .
El verdadero coraje no está en ir sin traje por la vida. Tal vez no se trata de elegir entre ser fuerte o frágil, entre una armadura u otra. Tal vez… solo se trata de ser libre.
• Libre para sentir… sin romperte.
• Libre para confiar… sin esconderte.
• Libre para amar…sin rendirte.
• Libre para vivir… sin dejarte atrás.
Este es mi camino, elijo el traje de sentirme libre, de ser fuerte y frágil, de permitirme quebrarme o de usar mi coraza. Porque estuve ahí, en esa batalla interna, usando ambas armaduras y probando cuál me quedaba mejor.
No voy a elegir una sola. Uso las dos las veces que sean necesarias…Pero desde la conciencia del dolor, el amor, el valor, el coraje y el honor que me dió vestirlas una a una en cada batalla. Ésta es mi elección .
Ahora te toca a ti. Descubrir cuál ha sido tu traje en medio del dolor.
Cuál cargas desde hace años.
Cuál te estás probando últimamente.
Y cuál te ha salvado… aunque también te haya dejado sola.
Esta reflexión ya no es para mí…
No se trata de tener todas las respuestas, sino de aprender a escucharte con más honestidad, de reconocer desde qué parte de ti estás actuando: La herida que pide defensa o el corazón que pide verdad.
¿Qué experiencias necesitas atravesar, que emociones permitirte sentir para empezar a elegir tu traje con conciencia?
No para esconderte sino para honrarte, no para protegerte sino para cuidarte desde el amor:
• Cuidarte sin desaparecer.
• Protegerte sin endurecerte.
• Vincularte sin dejar de ser tú.
Y si algo de todo esto tocó tu alma, si sentiste que algo de tu historia también vive aquí… Te espero en la segunda parte…
Vamos a desarmar juntos, juntas, esos trajes, pieza por pieza, para entender, integrar y tal vez…respirar más livianas.
Gracias Hache… Me ha sentado muy bien leer (y releer) tu texto.
Me ha gustado muchísimo el simil con las armaduras que llevamos puestas. Yo siempre las imagino. Creo que puede que tenga algunas de aleaciones un poco raras que no me han funcionado nunca 😅 y si entro en el tema de las mascaras que pongo sobre mi rostro... Me parece una manera preciosa de narrar el tema. Muchas gracias 🫂